sábado, 25 de octubre de 2008

Moraleja del Erizo de Tierra


Pensemos por unos minutos... objetivamente... que hizo la diferencia en la evolución de la enfermedad de nuestro erizo?...

sábado, 18 de octubre de 2008

La Enseñanza del Erizo de Tierra II Parte

Nada había dado resultado, tal vez si era un sarcoma y el patólogo se había equivocado, ya me había pasado antes. Que tristeza haber hecho pasar por todo este sufrimiento a este bicho… habrá sido mi ego por querer sacarlo adelante?, o habrá sido mi intuición de que podía mejorar a pesar de todos los fracasos?... ya no tenía más herramientas que vayan a cambiar el panorama, esto va de mal en peor. Me sentía mal con los dueños y especialmente con el erizo, había perdido el caso siguiendo una corazonada… muy poco profesional de mi parte.
Encendí un tabaco en la noche. El erizo en su cajita de plástico hecho una bola. Un último rezo. Nuevamente se desenrolló y le vi su cara. No parecía la de un animal que iba a morir....
¿Que hago?
¿Qué te pasa en verdad erizo? ¿Por qué no te puedo sanar esta enfermedad?.... Entonces me cruzó un pensamiento, una reflexión o un flash de conciencia.. no sé. ¿Será posible que su enfermedad no sea sólo una herida contaminada?, habrá algún plano más allá que el corpóreo dañado? es eso posible en un pequeño erizo de tierra?...
¿Por qué no?, ya lo había visto antes. Hay mucha gente que proyecta sus miedos, inseguridades y enfermedades en sus animales, lo he visto muchas veces, de algún modo inconciente sus dueños los quieren ver enfermos para agudizar su drama en la vida. Dueños excesivamente aprensivos con sus mascotas, siempre pensando que se van a enfermar y morir.
Nadie sabe cómo comenzó la lesión, no tuvo nunca un golpe o signo de inicio de enfermedad.... era francamente atípico. El erizo era obeso, vivía en un espacio pequeño, era muy probable que tuviera poca atención. Este problema no es sólo de la piel, pensé, ese enojo compulsivo tampoco… algo más le pasa a este Bicho. No puedo sentarlo en una silla de psiquiatra y preguntarle por su vida, pero si sé que esta herida no viene sólo de la piel. Necesita medicina más allá de la que puedo entregarle... y para eso qué mejor que la medicina de la Madre Tierra.
Tomé al erizo, quien inmediatamente se hizo bolita con furia, saltando para clavarme sus púas. Salimos al jardín, había luna llena, la luz blanca inundaba todo de tranquilidad y seguridad. Puse delicadamente al erizo en el pasto. Cinco segundos y se desenrolló, olfateó y caminó. Con su nariz hurgueteaba la tierra, se veía muy estimulado… se veía por primera vez feliz. Recorrió durante minutos, lo vi haciendo conducta de auto-untamiento, muy raro para su edad ya que sólo la hacen los jóvenes… ¿Habrá estado alguna vez en contacto con la tierra este animal? De repente comenzó a caminar hacia mi…. Más raro aún después de todas las curaciones que le he hecho lo mínimo que puede asociarme es con el dolor. Le pedí disculpas por tener una vida de cautiverio.
Desde ese día todo cambió. Su genio mejoró y su herida, al fin, está sanando….

lunes, 13 de octubre de 2008

La Enseñanza del Erizo de Tierra

Hace tres meses llegó un erizo de tierra a mi consulta. Una hembra obesa, no se veía su cara, enojada como ninguna. Tenía una herida contaminada en el 30% de su superficie dorsal, presentaba un aspecto proliferativo agresivo, lo primero que pensé fue en un tumor, un carcinoma de esos que se comen el cuerpo. Los dueños, una universitaria y su madre, la traían ya sin esperanzas, esperando mi aprobación para sacrificarla. La verdad yo pensé lo mismo, una herida profunda, grave, maloliente y con apariencia maligna en un animal que seguramente estaba sufriendo. Los solicité hacer una biopsia para confirmar mis sospechas y así realizar la eutanasia sin cargo de conciencia. Accedieron. Tuve que anestesiarla para poder manejarla, estaba furiosa y transformada en una bola de espinas, no pude convencerla de desenrollarse. Luego de pincharme varias veces (cosa que estoy acostumbrado) pensé que era merecedora de una dosis de anestesia. Ya dormida pude examinarla bien y me di cuenta de la gravedad de la lesión, la herida lucía horrible, de lo peor que he visto. Ya la había sentenciado con mi inspección. No era ético que un animal viviera con ese sufrimiento. Sin embargo, ya habíamos acordado hacer una biopsia y tomar una decisión con antecedentes en mano… y eso lo agradecía ya que muchos dueños rehúsan a gastar más dinero de lo que les costó el bicho. A la semana llegó el resultado: no se trataba de un tumor sino de una herida contaminada. Perfecto!!!, saqué mi mejor batería: la volví a anestesiar, le hice un curetaje quirúrgico, saqué material purulento y necrótico como si viniera de un elefante, de verdad estaba feísimo, quedé satisfecho, eso más una buena dosis de antibióticos, anagésicos y una crema serían suficientes. Volvió a los 5 días, en las mismas o peores condiciones, los dueños decían que le habían dado el antibiótico pero tenía dudas porque el erizo ni se dejaba mirar. Era el erizo más furioso que me ha tocado en el último tiempo. Nos pasamos dos semanas entre anestesias, aseos quirúrgicos y todo el arsenal de cremas, de las más modernas y caras. Había establecido una relación de confianza con los dueños, me tenían mucha fe, pero a esas alturas ya la estaban perdiendo. Me dí cuenta que la mamá de la Universitaria había accedido porque ella había sufrido un cáncer que logró vencer luego de años de tratamientos, cirugía y quimioterapia. Pasó un mes de tratamiento y seguía igual. Había probado de todo. Les pedí una última oportunidad: los parches hidrocoloidales, con ese método en el zoológico habíamos logrado cosas literalmente milagrosas, cosas que no creí posibles. Dos semanas con los parches y nada…. No me quedaba tiempo. Una de mis funciones es evitar el sufrimiento innecesario de los animales y la estaba rompiendo, pero algo me decía que podía sanarla… no estaba dispuesto a vencerme tan fácil, luego de 12 años de atender animales exóticos ya sé que cosas se pueden resolver y cuales no. Dejé de cobrarle a los dueños y pasé de la derrota de los parches hidrocoloidales a los de azúcar…. que tampoco resultó, luego de haber usado todo la artillería de la medicina moderna ya estaba usando azúcar….. nada. Un día llegó la Universitaria con cara de "ya no más". Me dí cuenta que ya no tenía salida, no la culpaba. En verdad ya había probado de todo. Los dueños me habían entregado toda su confianza y no habíamos avanzado nada. Le dije que sí que haríamos la eutanasia….. mentí. Ella se fue y me traje el erizo a mi casa. Me sentí mal, me carga mentir… dije lo que ella quería escuchar, no es ético mentirle a un cliente luego de que lo intentamos todo, pero al mismo tiempo no sentía que estaba bien sacrificarla, algo me seguía diciendo que no estaba bien, que a pesar del nulo avance podríamos revertirlo..... debe haber algo más que no he pensado. Si se mejoraba, fantástico! se lo diría a la dueña y estaría feliz de recibirla de vuelta, sino, lo sacrificaba y la dueña nunca se enteraría. En casa lo puse en un contenedor plástico, muy limpio, agua fresca y alimento, encendí un tabaco y comencé a rezar. Ocurrió un milagro, por primera vez la veía desenrollada sin la necesidad de anestesia, caminó, comió, tomo agua a mi vista y paciencia mientras yo tiraba el humo, gran paso. Una colega me recomendó matico, otra miel, ya que se adhería mejor al cuerpo tan movedizo y plástico del erizo, que se hacía bola cada dos segundos. Hice una combinación entre ambas, mientras la miel evitaría la proliferación de la lesión, el matico ayudaría a la cicatrización, el mismo principio que un parche hidrocoloidal o un parche de azúcar: Nulo oxígeno, muerte de bacterias por osmosis y aumento del índice mitótico, es decir cicatrización. Con mi mejor de las ondas le preparé una pastita ese día y los días siguientes. Nulo resultado. Ni mis rezos sirvieron. … además del mal médico soy antiético... pensaba (continuará…)

sábado, 11 de octubre de 2008

Las enfermedades y la mente

Hay una infinidad de formas de presentación de las enfermedades, se presentan en muchos planos distintos y las manifestaciones de una misma enfermedad también pueden ser distintas de una persona a otra. En efecto, hay que diferenciar los signos, de la enfermedad propiamente tal. La enfermedad es la interacción entre un agente causal y el huésped, eso puede llevar a una diversidad de signos. Si sólo se tratan los signos nunca sanaremos la enfermedad en realidad.
Lo curioso es que en las enfermedades del hombre moderno el agente causal y el huésped son lo mismo, o sea somos nosotros mismos los que nos enfermamos, ésta es una paradoja casi exclusiva de nuestra especie. Digo casi exclusiva porque los únicos animales que pueden manifestarla en forma similar al humano son justamente los animales que viven con nosotros (ej. Un loro que se saca las plumas, un gato con lamido compulsivo, etc.). Sin embargo, la magnitud que alcanza en el humano es impresionante: Hace unos años una tía vivió un proceso muy triste, la separación de su hijo mayor. Mi tía se enfermó de tal manera que entró en un cuadro de ansiedad y depresión profundo, finalmente cayó en una hemiplejia. El ver la mitad de su cuerpo sin movimiento era muy fuerte, el escucharla hablar sin poder mover la mitad de los labios es algo que nunca voy a olvidar… los párpados y mejillas de un lado de la cara caídos, gran dificultad al pararse y caminar. ¿Cómo fue que sus pensamientos respecto a esa situación inmovilizaran los músculos de la mitad del cuerpo?... Es imposible que la separación de su hijo en sí afecte la unión neuromuscular en su cuerpo… fueron sus pensamientos en relación a ello. En la medida que fue pasando el tiempo y que se fue conformando con la situación los músculos dormidos fueron recordando su parte del libreto. Que mayor prueba de esta realidad: los pensamientos pueden provocar cambios en nuestra fisiología y llevarnos a desarrollar un cuadro patológico. El tratamiento no consistió en mejorar la captación de acetil colina en la unión neuromuscular, sino mejorar los pensamientos que afectaban a sus Ser. Creo que lo que le pasó a mi tía nos ocurre a todos en diversas escalas.

Nuestras enfermedades pueden afectar nuestros diversos planos. Algunas enfermedades se pueden generar en nuestro cuerpo directamente. Sin embargo, la mayoría de las enfermedades del hombre moderno tienen su origen en la mente. La mente proyecta una enfermedad en el cuerpo. Tal como escribí en el post anterior la mente es capaz de desencadenar procesos fisiológicos ante un estímulo inexistente. La verdad es que hay personas que inconcientemente quieren enfermarse, se quejan todo el día de sus males, dolores, de la vida. No están armónicos con el tiempo presente. El estar desalineados nos enferma. Amplificamos y mantenemos conflictos en nuestras cabezas, lo que activa la vía hipotálamo - hipófisis - corteza adrenal, además del sistema límbico. De alguna manera con esto se invoca la presencia de enfermedades que se corporizan en el tiempo. El hombre moderno está enfermo de la mente, y los pensamientos que emanan de ella generan cambios en nuestro cuerpo y vuelven a estimular a la mente, en un círculo vicioso. Hemos desarrollado mucho la mente, el pensamiento, tenemos un sistema educacional y recreativo complejo que se conecta constantemente con la mente. Hemos olvidado el resto de las partes de nuestro ser por no conectarnos más profundamente. ¿Por qué mucha gente no puede estar sola en una pieza sin ningún estímulo?, ¿Por qué la mente se agita en vez de serenarse en esas condiciones? ¿Por qué mucha gente no puede dormirse si no es viendo la TV?. Nuestra mente nos habla constantemente y está en toda nuestra vigilia jugándonos algunos trucos, convenciéndonos de ciertas cosas, para que nuestra atención vaya siempre a ella. Esta voz constante no nos permite llegar a un estado de conciencia más profunda, a nuestro ser interior. Ahí, en nuestra profundidad, se encuentra nuestro doctor.

sábado, 4 de octubre de 2008

Las nuevas enfermedades del hombre moderno

Colon irritable, gastritis, cefalea, hipertensión, infarto al miocardio, derrame cerebral, obesidad, anorexia, depresión, ansiedad, bipolaridad, soriasis, onicofagia, diabetes, cáncer, alcoholismo, adicción a otras drogas…. Una batería de enfermedades multi-causales que parecen ser infranqueables para el hombre moderno. Este tipo de enfermedades nos caracterizan en estos días. Enfermedades que no pueden ser combatidas sólo con fármacos, porque los agentes causales trascienden a la medicina convencional. Los orígenes de estas enfermedades no son simples desajustes de la homeostasis corporal, ni bacterias que se atacan con potentes antibióticos. A estas enfermedades usualmente las declaramos como relacionadas al estrés.
¿Qué es el estrés en realidad? ¿Qué utilidad nos presta? El estrés es la consecuencia de un mecanismo neuroendocrino que nos permite responder apropiadamente antes situaciones de emergencia. Para correr en caso de peligro, o para cazar a una presa. Es lo que se produce cuando nuestro equipo mete un gol en el estadio lleno en un partido reñido: saltamos y gritamos. Debe haber sido parecido al encontrarse un ancestro humano con un diente de sable… arrancar a perdernos!!!. Cuando se produce este evento que requiere de nuestra máxima respuesta, una rápida señal emerge de nuestro cerebro en un lugar llamado hipotálamo, el que a su vez estimula una glándula maestra llamada hipófisis y ésta a su vez genera una serie de cambios en el cuerpo con el objeto de responder a la emergencia: aumento de la frecuencia cardíaca, de la frecuencia respiratorio, aumento de la presión sanguínea, disminución del flujo sanguíneo a los intestinos, cambios en nuestro sistema inmune y cientos de miles de ajustes corporales. Es decir que el estrés es bueno, ya que nos permite salir bien parados de situaciones límite. Sin embargo, en el hombre moderno cabe hacerse varias preguntas:

1.- ¿Qué ocurre cuando se desatan estos cambios en nuestro cuerpo y no respondemos corriendo o gritando?... a dónde se va toda esa energía?
2.- ¿Qué pasa cuando esta vía es estimulada una y otra vez?
3.- ¿Por qué esta vía se desata en el hombre moderno que rutinariamente no tiene ninguna amenaza evidente?

Para mí las respuestas a estas preguntas son claves en la relación del hombre moderno con la vida que construyó.
Si todo nuestro cuerpo se prepara, se energiza para responder a una emergencia y nosotros no hacemos nada, toda esa energía que debe canalizarse en alguna parte, queda atrapada y trata de salir de algún modo de nuestro cuerpo…. He ahí una de las razones que terminan con una persona con las enfermedades descritas al inicio de este post.
El desatar este mecanismo una y otra vez no es más que una adicción, nos acostumbramos a él y comenzamos a activar además otras áreas más complejas en nuestro cerebro, en particular el sistema límbico, en el que se activan sentimientos más graves y profundos: miedo, frustración, terror, ira, envidia, celos, odio, resentimiento, etc. Esto está demostrado en muchos animales: monos que le temían a una serpiente y que desarrollaban conductas de vocalizaciones extremas al ver una, si se les saca el sistema límbico no sólo dejan de temerle, sino que se la comen. En este caso la activación del sistema límbico humano hace que comiencen a aparecer enfermedades psicogénicas más complejas y graves.
Voy a dar un ejemplo diario práctico: una discusión. Cuando creemos que alguien nos ha hecho algún daño o se ha metido en nuestro territorio se lo expresamos verbalmente, muchas veces con vehemencia, la persona implicada hace lo mismo. Desencadenamos reacciones de emergencia. Ocurre que muchas veces al terminar la discusión nos quedamos pensando en el asunto una y otra vez, es decir seguimos discutiendo por horas pero esta vez solos, incrementando y perpetuando ese sentimiento negativo. Si los comparamos con los animales por ejemplo, cuando un cisne se mete en el territorio de otro también se produce una discusión, más bien un ritual para ver quien es más fuerte. Una vez resuelto el conflicto (usualmente sin daño de nadie) cada uno sacude las alas y sigue con su vida normal… no se quedan entrampados en esa discusión.
La respuesta a la tercera pregunta es también muy iluminadora: Los mecanismos de respuesta a emergencia no sólo responden a amenazas reales sino que responden también a nuestra mente humana, o sea a lo que pensamos de las cosas o circunstancias. Los hombres modernos somos adictos de la mente, y la mente nos puede jugar una mala pasada al hacernos creer que estamos en peligro o que nuestra integridad está tocada. Todo nuestro estrés no viene de las cosas o de las circunstancias reales, viene de lo que pensamos de ellas. Esa es una gran diferencia, clave para enfrentar las enfermedades modernas. Cuantas veces me ha pasado que me siento ansioso o triste y no sé porqué, busco cual habrá sido el causante de esa sensación y me doy cuenta de que no era tan importante, entonces ya me siento mejor…. Si no me doy cuanta me quedo peleando por horas…. Es mejor ser como el cisne y sacudir las alas, dejar que la energía salga.
Son, entonces, nuestros pensamientos los que nos hacen estar en estado de emergencia muchas más veces que lo natural y, que no nos permiten responder en forma normal como sería correr o gritar (es por esto que hacer ejercicio o bailar disminuye el estrés), retenemos esa energía que se acumula en nuestro cuerpo y trata de salir por nuestros órganos….. enfermándonos. Al mismo tiempo esto lleva un feedback (retroalimentación) positiva a la mente para generar más pensamientos negativos. Con esto quiero decir que la responsable de los males del hombre moderno es nuestra mente, le hemos dado un lugar, una relevancia de demasiada alta. Evidentemente que desarrollar la mente es muy importante, siempre y cuando no olvidemos las otras partes de nuestro Ser. Somos mucho más que mente…. aunque el hombre moderno lo haya olvidado.