domingo, 3 de enero de 2010

Avatar

Fui a ver Avatar, subtitulado, 3D, combo cabrita más bebida grande, fila de tres cuartos de hora y toda la parafernalia. Iba con 0 expectativa, no sabía de qué se trataba, sólo sabía que era la película más cara que se haya hecho. James Cameron se dio el lujo de gastar 300 millones de dólares (sólo en la producción). No sé si los vale o no…. probablemente no es necesario gastar ese presupuesto para hacer una película buena, pero debo reconocer que la película me inspiró. Si bien la trama se sitúa en otro planeta, no pude dejar de pensar en el nuestro. Si bien los protagonistas eran extraterrestres, no pude dejar de pensar en nuestra raza. Si bien la película se sitúa varios siglos en nuestro futuro, no pude dejar de pensar en lo que pasó varios siglos en el pasado, más bien 5 siglos atrás: 1942. De ahí se desprenden grandes diferencias en el choque de dos mundos: Europeos y Americanos. Para los Europeos, los Americanos no eran considerados de su misma estirpe, fueron considerados bestias, simios inferiores dignos de someter a esclavitud. No sólo eso, los Americanos se encontraron con una tecnología europea alienígena que no podían entender, con armaduras, cañones y rifles que en nada se podían comparar a las lanzas y flechas. Fue un encuentro verdadero entre dos especies de planetas distintos. Al igual que los Na’Vi de la película, los Americanos nativos tenían un conocimiento acabado de la naturaleza que los envolvía y un vínculo con la tierra que el Europeo nunca entendió (y aún seguimos sin entender). Grandes diferencias en el sentido de vida, sociedad, uso de recursos y del amor. Que ganas de que ese conocimiento hubiese quedado vivo en nuestras generaciones.

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