jueves, 29 de octubre de 2009

La enfermedad y su dueño II

En muchos casos de mascotas que me ha tocado atender me cuesta diferenciar de quien es la enfermedad. Veo a dueños enfermos, tristes, en dolor, ansiosos o deprimidos, con mascotas que se ven felices pero que manifiestan alguna enfermedad. Todos estos casos tienen un común denominador: un estrecho vínculo entre el dueño y su mascota. Al principio se me pasaba por la cabeza la idea de que los dueños, de alguna manera, enfermaban a sus mascotas, pero ahora no estoy tan seguro de que funcione de esa manera. Creo más bien que sus mascotas participan en el proceso de sanación de sus dueños, eso, al menos, es lo que he observado. Se me ocurre que las mascotas somatizan parte de la enfermedad de sus dueños, ayudándolos en su proceso de sanación. Sé que esto no es muy científico que digamos, es más bien una intuición. Sin embargo, la pregunta sigue golpeando mi cráneo: ¿Será posible que la enfermedad de una persona sea de alguna manera transmutada a su mascota?

La Sra. Sofía es una cliente de aquellas. Ha tenido a la Cleo por más de 40 años. La Cleo fue testigo de la separación con su marido, de nacimiento de los hijos y de la partida de los mismos. No puedo diagnosticar a la Sra. Sofía, pero claramente su ansiedad, su extrema aprehensión con su mascota y la angustia por que algo le fuera a pasar, podían claramente radicarse en su relación familiar. La Sra. Sofía llegaba en taxi, media a una hora antes de la consulta, partía tratando mal a la secretaria y se sentaba enojada en la sala de espera como quien se sienta en la iglesia para rezar el rosario, sin hablar con nadie y usualmente vestida de negro. La conocí cuando Cleo presentó una extraña lesión durante la hibernación, su pata quedó enredada en un hilo de la alfombra y se le estranguló. Cleo desarrolló una isquemia (falta de sangre en la pata) y luego una necrosis además de una fractura completa de radio y cúbito (que nadie supo nunca como se produjo). Ya había sido tratada por un par de colegas que sospecho se dieron por vencidos…. no con el caso sino con la dueña. Tuve que operarla un par de veces y por falta de tejido la herida tuvo que cerrar por segunda intención, lo que en la práctica significaba que veía a la Sra. Sofía día por medio. Cleo quedó con una pata parcialmente amputada, pero hasta el día de hoy hace una vida normal…. Normal para ser esta tortuga, ya que es muy distinta a la de cualquier otra tortuga en el mundo. En cada consulta fui conociendo a la Sra. Sofía y su tortuga, ella me contaba las penurias de su vida, incluyendo sus caídas (en una de esas también se fracturó), cáncer, depresión y su relación con los hijos. Se notaba que tenía una gran necesidad de sacar afuera muchos nudos. La Cleo en cambio era un amor, una tortuga muy grande y fuerte que permitía que le hiciera de todo, le abría la boca, alimentaba con sonda, le administraba antibióticos, hacía curaciones diversas y ella accedía a todo. La herida demoró casi cuatro meses en cicatrizar, demasiado largo para la casuística promedio, fueron necesarias varias curaciones y parches hidrocoloidales además de antibióticos sistémicos. Tratamiento largo, pero hasta ahí nada se salía mucho de lo común, sin embargo si me parecía llamativa la relación que tenían ambas tenían. Es muy frecuente que un perro o un gato generen un vínculo estrecho con su dueño, pero no lo es tanto cuanto se trata de un reptil, que en general sólo quiere que lo dejen tranquilo. Dormían juntas en la cama (lo más antinatural para una tortuga), ella la abrazaba y la tortuga sacaba su cabeza (otra anormalidad), y vivían toda una rutina de baños, salidas al jardín, momentos de comer (sólo lo que a Cleo le gustaba), orinar, defecar, etc. Jamás he vuelto a ver otra tortuga que orine y defeque en el mismo lugar como si fuera un gato. Toda esta relación era particularmente especial.

Cleo sufrió después de muchas enfermedades (y las seguirá sufriendo) desde neumonía hasta retención de huevos, todas en extrañas condiciones y relacionadas con distintos “eventos” de salud de su dueña. No podría decir la la dueña inconcientemente la enfermaba, ya que a parte de quererla mucho, seguía paso a paso la indicaciones que le daba. En una de las crisis, la famosa tortuga dejó de comer por un mes. Luego de infructuosos intentos por que comiera por sus propios medios y habiendo perdido el 25% de su peso, le propuse a la Sra. Cristina que me la trajera a mi casa para darle medicaciones con mayor frecuencia. Esta situación tan especial en que me traigo un paciente a mi casa es sólo comprensible por la relación de confianza que los tres teníamos. Yo encontraba a Cleo muy bonita, y tenía la convicción de que se la seguía de cerca saldría adelante. Para la Sra. Sofía, en cambio, desprenderse de Cleo era un tormento, pero era la única posibilidad de que no se muriera.

En casa le dí unos días de descanso a Cleo, sólo pasto y sol. Pronto, sin mediar medicamento alguno, Cleo comenzó a comer y a sentirse mejor, se dio largos baños en el barro, metió la cabeza en la hierba y daba largos paseos de tres patas. El sólo contacto con la tierra mejoró a Cleo. ¿Hasta que punto las enfermedades eran de la tortuga y hasta que punto de la dueña? Sólo puedo decir que tienen un vínculo extraordinario y que estoy convencido que la vida de la Sra. Sofía se ha enriquecido con la vida de Cleo y viceversa…. No dejo de tener la sensación de que la salud de ambas está conectada.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Me gusta mucho este tema, Mauro, y ha sido constante en tu blog. Creo que tienes una teoria bien consistente aqui, y varios ejemplos que la refuerzan.
Es impresionante

Muchos saludos (y te veo el martes)

Kath... dijo...

Sigo este blog, y encuentro muy cierta esta teoría, tengo 4 erizos de tierra, tres pequeñas y un enano que son mi adoración, y es cierto, cada vez que estoy enferma ellos se decaen, tienen menos actividad o ensucian menos, lo mismo ocurre en periodos en que tengo exceso de trabajo tambien ensucian menos, yo creo que cuando uno crea una conexión con sus mascotas, ellas aprenden a reaccionar ante nuestros cambios de ánimo, la gente me dice que los erizos tienen una inteligencia "inferior", pero yo sé que ellos entienden cada palabra que digo, que saben lo que siento y que claramente son receptivos a lo que e ocurre. Felicitaciones por el blog!!!

Mauricio Fabry dijo...

Gracias por los comentarios. En general estas cosas que escribo son como para plasmar pensamientos y evitar que se me olviden. Igual son muy bien bienvenidos los comentarios y aportes. Chau