Claro, pero los agentes infecciosos existen en todos los seres vivos, los regulan a todos. Sin embargo, el ser humano al haber escapado de sus predadores, al haber escapado y al haberlos eliminado se quedó sólo con los agentes infecciosos. Pero es más que eso. Los agentes infecciosos cumplen en vida silvestre un rol regulador muy discreto, dan cuenta de aquellos individuos más débiles y por lo tanto son parte de la selección natural dando el efecto esperado: la evolución. En vida silvestre, en un ambiente prístino, los agentes infecciosos no son un problema, sino más bien parte de un equilibrio, un integrante más de la biodiversidad. Hay una convolución entre los agentes infecciosos y sus huéspedes, lo que hace que en términos poblacionales no se hagan daño. En cambio para el hombre son de gran amenaza. La razón es simple, hemos cambiado el escenario donde se lleva a cabo la interacción, es decir la cancha donde se miden los huéspedes y agentes infecciosos, lo que ha favorecido a un gran número de ellos. Por otro lado hemos estimulado la evolución de los agentes infecciosos, haciéndolos cada vez más difíciles de controlar. Estimulamos su reproducción y mutación al colocarlos en distintos eventos, al aplicarles fármacos que matan a gran parte de ellos, pero los sobrevivientes se hacen más resistentes y difíciles de controlar. Es una carrera entre la evolución de estos microorganismos y las ciencias médicas.
Al mismo tiempo el ser humano evoluciona en forma inversa frente a las enfermedades. Al usar medicamentos impedimos a nuestro sistema inmune que se fortalezca, que gane experiencia y destreza en el combate de estos agentes, nos hacemos más débiles. Nuestro cuerpo no se moldea al ritmo de la evolución, sino más bien al ritmo de los arquetipos inducidos por los medios de comunicación. Para que decir de nuestra dieta…. Pero ese es otro tema.
Un ejemplo simple en la medicina del día de hoy: los partos por cesárea llegan hoy casi al 50 % . Esto lleva a que los siguientes partos de esa misma madre también deban ser por cesárea. La razón es que el parto dejó de ser natural, sino que un evento médico bajo absoluto control en que el día y hora es programado a conveniencia del médico, y no siguiendo lo que el cuerpo dice. Se me ocurren miles de ejemplos más. Es probable que un porcentaje de las mujeres en forma natural mueran durante el parto. En las comunidades originarias sería muy bajo, sin embargo si nos vemos forzados a vivir sin la medicina moderna muchas mujeres morirían en el parto, porque hemos seleccionado a favor a aquellas mujeres que no podría parir y ellas han diseminado ese gen a su descendencia. Es duro pensar de esa manera, pero es la forma en que la selección natural opera. La hemofilia por ejemplo es una enfermad de origen genético mucho más frecuente de lo debido, sólo por el hecho de la acción de la vida moderna. Mucha gente vive y disemina enfermedades en la población ya que la medicina moderna lo permite. Con eso no digo que la gente que tenga enfermedades no pueda vivir una vida normal y feliz, sino que quiero ejemplificar que la medicina moderna no tiene en consideración la naturaleza de las enfermedades ni su historia evolutiva.
Los agentes infecciosos son un tema en el hombre. Pero hay algo que me llama poderosamente la atención: las enfermedades creadas por nuestra forma de vida. Enfermedades que no tienen otros animales silvestres. Enfermedades que trascienden el cuerpo, que calan profundo en nuestro ser: las enfermedades del hombre moderno.
domingo, 28 de septiembre de 2008
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