lunes, 13 de octubre de 2008

La Enseñanza del Erizo de Tierra

Hace tres meses llegó un erizo de tierra a mi consulta. Una hembra obesa, no se veía su cara, enojada como ninguna. Tenía una herida contaminada en el 30% de su superficie dorsal, presentaba un aspecto proliferativo agresivo, lo primero que pensé fue en un tumor, un carcinoma de esos que se comen el cuerpo. Los dueños, una universitaria y su madre, la traían ya sin esperanzas, esperando mi aprobación para sacrificarla. La verdad yo pensé lo mismo, una herida profunda, grave, maloliente y con apariencia maligna en un animal que seguramente estaba sufriendo. Los solicité hacer una biopsia para confirmar mis sospechas y así realizar la eutanasia sin cargo de conciencia. Accedieron. Tuve que anestesiarla para poder manejarla, estaba furiosa y transformada en una bola de espinas, no pude convencerla de desenrollarse. Luego de pincharme varias veces (cosa que estoy acostumbrado) pensé que era merecedora de una dosis de anestesia. Ya dormida pude examinarla bien y me di cuenta de la gravedad de la lesión, la herida lucía horrible, de lo peor que he visto. Ya la había sentenciado con mi inspección. No era ético que un animal viviera con ese sufrimiento. Sin embargo, ya habíamos acordado hacer una biopsia y tomar una decisión con antecedentes en mano… y eso lo agradecía ya que muchos dueños rehúsan a gastar más dinero de lo que les costó el bicho. A la semana llegó el resultado: no se trataba de un tumor sino de una herida contaminada. Perfecto!!!, saqué mi mejor batería: la volví a anestesiar, le hice un curetaje quirúrgico, saqué material purulento y necrótico como si viniera de un elefante, de verdad estaba feísimo, quedé satisfecho, eso más una buena dosis de antibióticos, anagésicos y una crema serían suficientes. Volvió a los 5 días, en las mismas o peores condiciones, los dueños decían que le habían dado el antibiótico pero tenía dudas porque el erizo ni se dejaba mirar. Era el erizo más furioso que me ha tocado en el último tiempo. Nos pasamos dos semanas entre anestesias, aseos quirúrgicos y todo el arsenal de cremas, de las más modernas y caras. Había establecido una relación de confianza con los dueños, me tenían mucha fe, pero a esas alturas ya la estaban perdiendo. Me dí cuenta que la mamá de la Universitaria había accedido porque ella había sufrido un cáncer que logró vencer luego de años de tratamientos, cirugía y quimioterapia. Pasó un mes de tratamiento y seguía igual. Había probado de todo. Les pedí una última oportunidad: los parches hidrocoloidales, con ese método en el zoológico habíamos logrado cosas literalmente milagrosas, cosas que no creí posibles. Dos semanas con los parches y nada…. No me quedaba tiempo. Una de mis funciones es evitar el sufrimiento innecesario de los animales y la estaba rompiendo, pero algo me decía que podía sanarla… no estaba dispuesto a vencerme tan fácil, luego de 12 años de atender animales exóticos ya sé que cosas se pueden resolver y cuales no. Dejé de cobrarle a los dueños y pasé de la derrota de los parches hidrocoloidales a los de azúcar…. que tampoco resultó, luego de haber usado todo la artillería de la medicina moderna ya estaba usando azúcar….. nada. Un día llegó la Universitaria con cara de "ya no más". Me dí cuenta que ya no tenía salida, no la culpaba. En verdad ya había probado de todo. Los dueños me habían entregado toda su confianza y no habíamos avanzado nada. Le dije que sí que haríamos la eutanasia….. mentí. Ella se fue y me traje el erizo a mi casa. Me sentí mal, me carga mentir… dije lo que ella quería escuchar, no es ético mentirle a un cliente luego de que lo intentamos todo, pero al mismo tiempo no sentía que estaba bien sacrificarla, algo me seguía diciendo que no estaba bien, que a pesar del nulo avance podríamos revertirlo..... debe haber algo más que no he pensado. Si se mejoraba, fantástico! se lo diría a la dueña y estaría feliz de recibirla de vuelta, sino, lo sacrificaba y la dueña nunca se enteraría. En casa lo puse en un contenedor plástico, muy limpio, agua fresca y alimento, encendí un tabaco y comencé a rezar. Ocurrió un milagro, por primera vez la veía desenrollada sin la necesidad de anestesia, caminó, comió, tomo agua a mi vista y paciencia mientras yo tiraba el humo, gran paso. Una colega me recomendó matico, otra miel, ya que se adhería mejor al cuerpo tan movedizo y plástico del erizo, que se hacía bola cada dos segundos. Hice una combinación entre ambas, mientras la miel evitaría la proliferación de la lesión, el matico ayudaría a la cicatrización, el mismo principio que un parche hidrocoloidal o un parche de azúcar: Nulo oxígeno, muerte de bacterias por osmosis y aumento del índice mitótico, es decir cicatrización. Con mi mejor de las ondas le preparé una pastita ese día y los días siguientes. Nulo resultado. Ni mis rezos sirvieron. … además del mal médico soy antiético... pensaba (continuará…)

No hay comentarios: