sábado, 12 de julio de 2008

Los Cuatro Elementos: IV Parte y Final

En una fogata se mezclan todos los elementos: los frutos de la tierra que son los troncos, los cuales a su vez están constituídos en gran medida de agua, el aire que permite la combustión y el calor inicial que le abre paso al fuego.

La leyenda Mapuche que antecedió a estas líneas es muy semenjante a diversas leyendas alrededor del mundo: desde los indios Huicholes en México hasta los antiguos Griegos (Prometeo: el Dios del fuego). El fuego ha sido y sigue siendo un elemento muy sagrado en prácticamente todas las culturas originarias. Tiene un rol protector supremo.

Es un romántico pensamiento el creer que el fuego es un regalo de Dios que nos permite calentarnos, iluminar en la noche, cocer nuestros alimentos y fundir metales. Pero en realidad no es eso, o más bien, es mucho más que eso. Si bien el fuego como lo tendemos a pensar tiene un gran impacto en nuestro desarrollo (de toda índole), existe fuego mucho más allá de la fogata. Si tenemos una Madre Tierra, también tenemos un Padre: el Sol. La vida es sólo posible mediante la energía que entrega el Sol a la Tierra en todo momento. Es una relación constante entre ellos lo que permite que existamos sus hijos, todas las criaturas vivientes en la tierra. El Sol es un gran fuego que envía sus rayos para que puedan crecer las plantas de las cuales nos alimentamos y nos sirven de sustento biológico y espiritual. El Sol permite, además, que tengamos la temperatura adecuada para que se exprese la vida (como la conocemos) en el tercer planeta de distancia desde el Sol, en los primeros dos es muy caliente y de Marte a Plutón demasiado frío. El fuego esta presente entonces desde antes del origen de la tierra (o sea el papá es más viejo que la mamá), y es el que nos alimenta todos los días.

Pero incluso es más que eso. El fuego también está presente al interior de la tierra. El centro de la tierra es como un sol más pequeño que vemos expresado en los volcanes, géisers y aguas termales. La tierra tiene fuego propio en su interior, tal vez funcionando como un motor. Ésto me recuerda que hay algunos organismos que no dependen del Padre Sol sino del fuego interno de la Tierra. A más de 100 metros de profundidad en el Océano Atlántico se descubrió hace un par de décadas que extrañas criaturas vivían asociadas a fuente hidrotermales, pequeños géisers en el fondo del mar que calientan el agua hasta 400 º C, es decir cientos de extrañas especies viven del fuego interno de la tierra.

A veces es confuso el papel del fuego en la Tierra. En posts anteriores escribía de este poder trasformador que tiene el fuego... la forma que tiene de relacionarse con los elementos para transformarlo todo en ceniza.. que es la descomposición de lo vivo, que vuelve al cielo y a la tierra para ser las partículas más sencillas que formarán la nueva vida. Pero a veces el fuego consume extensas áreas de vegetación y animales provocando un paisaje desolador. No puedo dejar de pensar en las cientos de miles de hectáreas que fueron quemadas en Aysén en incendios que duraron décadas, provocados por el hombre para eliminar el bosque y dar paso a la agricultura y ganadería. El resultado de hoy es una erosión casi incontenible, un cambio en el clima y un paisaje desértico. Tengo fijo en mi cabeza los árboles botados, inmensos troncos quemados de ese debastador incendio de hace más de medio siglo..... Casi no hay animales en ese paraje. Sin tan atrás (aunque qué son 60 años!) lo que ocurre en Chaitén y Llaima también me llama la atención, la lava y ceniza han afectado amplias zonas de bosques maduros. Los procesos de la tierra son a veces difíciles de entender... esto se debe a nuestra corta escala de tiempo en que somos capaces de analizar estos procesos (2º post). Lo que puedo decir es que en el año 1992 recorrí la zona aledaña al volcán Hudson cuando ví por primera vez un Huemul... un evento sublime que se posibilitó por las características del paisaje. Los cercos tenían escasos 40 cm ya que estaban cubiertos de ceniza. Los valles y parte de los bosques renovales habían sido reemplazados por un pavimento de ceniza volcánica dejando un paisaje desolador. 15 años después volví a recorrer esos lugares y no había rastro de la ceniza, todo estaba verde y fértil. Un claro contraste entre lo que sucede con un incendio intencional y lo que ocurre con una erupción volcánica. Tal vez la Madre Tierra tiene sus propias formas de sanarse, sus propios ciclos milenarios que para nuestra fugaz existencia no son del todo comprensibles.

Más allá de ésto me parece muy interesante que tierra tenga su fuego interno, ¿Lo tendremos también nosotros, su hijos?. Pienso que todos los seres vivientes tenemos también nuestro propio fuego interior, y que mientras siga encendido siguimos estando vivos. Si volvemos a la fisiología que tanto me gusta, los mamíferos como nosotros somos endotérmicos, es decir generamos nuestra propia temperatura además de recibir la del Sol. Nuestro metabolismo y el uso de la energia que obtenemos de los alimentos nos permiten generar una gran cantidad de calor. No es casual que midamos a los alimentos en la cantidad de Kilocalorías que nos entregan. Con éstos obtenemos los nutrientes necesarios: proteínas, carbohidratos y lípidos que al ser usados por nuestras células generan calor... nuestro propio fuego interno. O sea que quemamos los alimentos en nuestro fuego interno. Eso, desde el punto de vista metabólico, obviamente. Sin embargo, podemos también hablar del fuego interno como nuestra voluntad, como nuestra forma de ser, nuestro corazón. ¿Cómo es una persona cálida?, ¿A que nos referimos cuando catalogamos a una persona de apasionada?. Me parece que ambos conceptos se relacionan con el fuego interno. Un persona protectora, abrigadora, acojedora debe tener un gran fuego interno. Lo mismo una persona resuelta, decidida, valiente.... fuego.

Volviendo a la fogata inicial. ¿Qué nos pasa cuando vemos el fuego?. ¿Qué hace que se unan las personas en fogata frente al mar cantando canciones de Sui Generis o en una ceremonia tradicional?. ¿Por qué la mayoría de nosotros nos quedamos mirando el fuego en forma reflexiva? Al menos yo puedo mirar el fuego por horas, me da una sensación de bienestar, y como a muchos me hace entrar como en un trance especial, usualmente me quedo callado y pensativo... tengo una sensación de placer. ¿Será que nuestro fuego interno se comunica de algún modo con el fuego de la Madre Tierra y el Padre Sol?

1 comentario:

julián dijo...

Yo creo, y en realidad no estoy haciendo ningun descubrimiento, que los elementos curan...nuestro ser etereo y físico, todos los que practicamos yoga o alguna diciplina física que ponga énfasis en la toma de conciencia, en el aquí y el ahora, entenderá que el sólo hecho de darnos cuenta que el aire entra y se distribuye en nuestro pulmones, nos genera paz, tranquilidad y simplemente nos sana.......

Bello lugar punta de Hualpén...recuerdo que pasaba por un muy mal momento espiritual, y me invitaste como compañía a ese lugar...francamente me hacía muy bien, me conectaba con mi interior y me sentía en equilibrio.....Gracias amigo.